Este Blog es un especial de Gera´s Place
Aquí encuentras mis textos sobre la construcción y la caída del Muro de Berlín, mis como fotos y videos.

Así mismo, iré subiendo las notas que encuentro en otros medios.

La entrada que lleva el título ¿Qué se celebró el 9 de noviembre en Berlín? recibió un reconocimiento en el Concurso de Periodismo Walter Reuter 2009.

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martes, 10 de noviembre de 2009

Qué se celebró el 9 de noviembre en Berlín?

20 ANIVERSARIO DE LA CAÍDA DEL MURO DE BERLÍN
Por: Geraldina González de la Vega
Para los Rudolf, mi familia.

Esta serie de cinco artículos ha sido publicada en la revista digital Ceinpol y en mi blog Gera´s Place. Se reproduce aquí para se fácil acceso.


I. El Muro de Berlín a 48 años de distancia
El muro no apareció de la noche a la mañana, sino que se fue construyendo poco a poco. Para la década de los ochenta el muro se veía así: En la zona de la RDA se levantó un muro de cemento de unos cuatro metros de alto y una valla interior con barricadas y alambrada con un cinturón iluminado, llamado “la franja de la muerte”. Las torres de vigilancia eran de cemento, seguidas de las vallas de señal, las zanjas de bloqueo para autos y los anexos para la revisión con perros.


Después de la guerra, Alemania (y Berlín) quedan divididas en cuatro zonas, que al final se convertirán en dos: la oriental a manos de los soviéticos y la occidental a manos de los aliados. El enfrentamiento de intereses entre los dos grandes poderes llevan al comienzo de la Guerra Fría entre 1947/48. La primera crisis de Berlín se da en el marco de la reforma monetaria introducida en el territorio occidental en junio de 1948. La URSS decide no participar en el establecimiento de una economía de mercado en su zona y bloquea Berlín occidental (WB) durante 11 meses. En 1949, se organizan constitucionalmente la República Federal Alemana (RFA) y República Democrática Alemana (RDA). La segunda crisis de Berlín sucede a partir de un últimatum que el líder soviético, Nikita Jrushchov, lanza en noviembre de 1958. En él da seis meses a los aliados occidentales para entrar en negociaciones para un tratado de paz y la transformación de WB en un estado libre. Así mismo, amenaza con la firma de un tratado de paz unlitateral con la RDA lo que le transmitiría el control de las vías de comunicación hacia WB. Los aliados no respondieron y se negaron a negociarlo durante dos años. La URSS no tomó medidas inmediatas.
El plan económico de la RDA no estaba funcionando, escaseaban muchos productos básicos y se limitaban derechos. Entre 1949 y 1961 cerca de 2,7 millones de personas abandonaron el territorio de la RDA. A principios de 1961, el Secretario General del SED, Walter Ulbricht, propone a Jrushchov cerrar las fronteras para evitar la fuga de cerebros y solicita un crédito de 800 millones de marcos alemanes. Ulbricht consideraba que de seguir así, la RDA entraría en una seria crisis de abastecimiento y producción con lo que la aspiración comunista de probarse mejor que el capitalismo, fracasaría. El 30 de enero, Jrushchov accedió al préstamo.
El 20 de enero de 1961 toma posesión como Presidente de los Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy. En su discurso de inauguración ofrece un nuevo comienzo a los enemigos. Sin embargo, para el 17 de abril, JFK apoya la invasión de Bahía de Cochinos en Cuba. El 4 de junio, se reunen en Viena, JFK y Nikita Jrushchov. Jrushchov aprovecha el desastre de Bahía de Cochinos para presionar a los Estados Unidos, y repite su ultimátum de 1958.
El 15 de junio de 1961 Walter Ulbricht da una conferencia de prensa donde responde a una pregunta de una periodista del Frankfurter Rundschau con una frase que pasaría a la historia “Nadie tiene intención de construir un muro.” La intención era influir la decisión de Jrushchov de aprobar el sellado de fronteras con occidente, provocando el éxodo de más ciudadanos de la RDA. El 25 de julio de 1961, JFK apareció en TV aclarando la situación de Berlín. Subraya la importancia de WB para el “mundo libre” y establece los tres puntos o posición mínima sobre éste territorio aliado: el libre acceso a WB, el derecho al despliegue de tropas en WB y la capacidad de superviviencia de WB. Jrushchov tomó muy mal las palabras de Kennedy y unos días después congela las pláticas bilaterales para el desarme.
Con esto, se abre una nueva crisis para Berlín lo que trae de nuevo a la mente de Jrushchov la solicitud de Ulbricht sobre sellar las fronteras. El Archivo de Historia Estatal Ruso permitió muy recientemente el acceso a sus documentos, entre los que se encontró el protocolo de la plática en Moscú, previa a la reunión del Pacto de Varsovia, entre Ulbricht y Jrushchov el día 1 de agosto de 1961. En ella, ambos Secretarios Generales acordaron la construcción de un muro que dividiría a Berlín. Para Jrushchov la construcción del Muro implicaría tanto la estabilización de la RDA como la cementación del status quo en Europa. “Le damos, camarada Ulbricht, una, dos semanas, para que se construya ese muro que deberá pasar a lo largo de las fronteras de los sectores.”
Ulbricht volvió el 5 de agosto a Berlín e informó al Politburó el día 7, y envió la información a la Asamblea Popular para que realizara una sesión especial el día 11. Designó a Erich Honecker, entonces Secretario de Seguridad, como encargado de poner en práctica los detalles de la Operación ‘Rose’. Honecker, quien sucedería a Ulbricht en su carácter de Secretario General del SED (hasta 1989), a su vez se coordinó con Erich Mielke, el Ministro de Seguridad Nacional y director (hasta 1987) de la Stasi.
Para el 31 de julio de 1961 el campamento de urgencia de Berlin-Marienfelde registraba 30,444 refugiados de la RDA. Según datos del Bundeszentrale für politische Bildung, la pérdida total de población de la RDA durante los primeros 12 días del mes de agosto de 1961 fué de 16,785 personas.
El 11 de agosto se anunció a los periodistas fieles al SED y a jefes regionales y se les instruyó para la propaganda que justificara la acción y se ayudara a calmar a la población de la RDA. El mismo día, la Asamblea Popular confirma la decisión y avala las medidas ya puestas en marcha para evitar “la caza y el comercio de personas que realiza Alemania occidental y WB”. Una vez levantado, el muro fué denominado “Muro de Protección Antifascista”.
El mismo sábado 12, Walter Ulbricht invitó a la primera plana del Gobierno y de los “partidos políticos” a la casa de gobierno de Döllnsee, conocida como Haus zu den Birken. Por la noche, después de la cena, “consultó” con sus ministros y los líderes de los partidos la medida. Horas antes, funcionarios del Gobierno en Berlín habían comenzado a imprimir el decreto ya aprobado por los ministros.
La operación de clausura de las fronteras comenzó a la 1 am del domingo 13 de agosto de 1961, se colocaron centinelas cada 2 metros para evitar escapes mientras se construyeron barricadas en las calles con alambres de púas, tanques y bardas de concreto improvisadas. Se apagó la iluminación pública. 68 de 81 puntos de cruce serían barricados.
La bitácora de la jefatura de la Policía Popular del 13 de agosto contiene entradas a partir de las 4.25 am y en ella se puede leer cómo se desarrolló el domingo en Berlín oriental a la vista de la policía. Se puede leer que la zona de mayor conflicto fué Berlin Mitte, cerca de la Puerta de Brandenburgo, donde se formaron grupos de hasta 5000 del lado occidental y de menos de 300 del lado oriental. En general la gente de OB se mostraba más pacífica (por temor) que la de WB, quienes tenían mayor libertad para demostrarse. La policía apuntaba placas y/o nombre y generales de personas que lanzaban insultos o condenaban el hecho. La gente de WB buscaba romper o quitar las vallas y los alambres, animaba a la gente de OB a hacer lo mismo. En Treptow, cerca de las 12 del día los tanques dispersaron a unas 1500 personas que se habían juntado y comenzaban a reclamar. Cerca de la 1 de la tarde se envían tanques a la Puerta de Brandenburgo. Ese día, la bitácora reporta 12 fugas exitosas, la gran mayoría por agua. La gente se tiraba a los canales y la gente de WB los ayudaba a cruzar hasta el otro lado.
Ese 13 de agosto se cerró el último paso entre la RDA y la RFA que quedaría sellado por 28 años. Entre 1961 y 1989 más de 700 personas perdieron la vida al intentar huír por las fronteras, de ellos, más de 150 murieron por disparos o explosiones de minas. En el Muro, murieron cerca de 136 personas.

II. La Revolución Alemana de 1989
„No pierdan la confianza ni el coraje. Aunque las tiranías parecen hechas para durar la eternidad, sus días están contados.” Palabras del Vicepresidente Lyndon B. Johnson el 19 de agosto de 1961 en Berlín occidental, 6 días después de que comenzara a levantarse el Muro de Berlín. El 19 de agosto de 1989 el Muro seguía allí y la confianza y el coraje de muchos ya había desaparecido. Entre 1961 y 1989, 5075 personas lograron traspasar el Muro exitosamente y cerca de 130 murieron al intentarlo.

El 3 de octubre se celebra en Alemania el día de la Reunificación. Es el único día libre por un festejo de carácter civil. Tres son los conceptos básicos que describen los sucesos entre 1989 y 1990: La Caída del Muro (Der Mauerfall) el 9 de noviembre de 1989; el cambio (Die Wende) que se entiende como el proceso de cambio político, económico y social entre la Caída y la Reunificación; y la Reunificación (Die Wiedervereinigung) que formaliza la integración de la RDA a la RFA, el 3 de octubre de 1990.

1. Der Mauerfall (La Caída del Muro)
La Caída del Muro puede ubicarse desde principios de la década de los ochenta. El “imperio soviético” estaba interconectado, y aunque lo que sucediera en Polonia no necesariamente tendría efectos inmediatos en Alemania, sí en el largo plazo debilitaba al régimen dirigido desde Moscú. Las razones por las que el Muro se cayó fueron fallas internas al sistema. El comunismo falló económica y políticamente. Y fueron en los dos ámbitos en donde poco a poco se fueron debilitando, a distinto ritmo y con distinta intensidad, los regímenes de los 6 estados soviéticos y la URSS. En esta nota me enfocaré solamente al caso alemán.

La Caída del Muro no sucedió en una noche como se acostumbra decir. Suena romántico, pero al igual que su construcción, fué producto de una cadena de acontecimientos. Para llegar a su construcción, y a su destrucción, tuvieron que moverse muchas piezas del ajedrez alemán e internacional. Entre el 13 y el 14 de agosto de 1961 se pusieron las primeras barreras entre Berlín oriental y Berlín occidental; entre el 9 y el 10 de noviembre de 1989, los alemanes orientales derrumbaron y brincaron esas barreras, que para finales de la década era ya todo un sistema de contención y muerte. El Muro de Berlín marcó simbólicamente la separación y la tensión de un mundo confrontado por dos formas de pensar. La guerra fría, la OTAN y el Pacto de Varsovia, la libertad y la igualdad. Durante cuatro décadas los satélites soviéticos intentaron demostrar la capacidad del comunismo de generar prosperidad e igualdad. El problema es que olvidaron un ingrediente básico para la felicidad: la libertad.
Antes de la construcción del Muro, las relaciones entre ambos estados alemanes estaba marcada por la doctrina Hallstein, impulsada por Konrad Adenauer, que proponía no reconocer a la RDA como estado independiente y no tener relaciones con los estados que la reconocieran. Con la construcción del muro y la enorme tensión internacional de los siguientes meses, el gobierno de la RFA debe rectificar y comienza a aplicar la propuesta apoyada por Willy Brandt y desarrollada por Egon Bahr “Cambio a través del acercamiento”. Para 1966, Brandt funge como Ministro de Exteriores y aplica la llamada política de “pequeños pasos” a través de la cual se buscaba aminorar los efectos terríbles de la división del país. En 1969 Brandt es electo Canciller, su gobierno de coalición logró un acercamiento con la RDA, cuyo gobierno conducido por Erich Honecker exigía el reconocimiento. La base para la “política alemana-alemana” fué el tratado firmado entre ambos estados en 1972. En él ambos estados se reconocen y establecen ciertas reglas de “vecindad y cooperación”. Establecen representaciones permanentes y se determina que son de diferentes puntos de vista respecto de la cuestión nacional y la ciudadanía alemana. Con ello, las relaciones son llevaderas durante poco más de dos décadas, aunque la RDA siguiera tildando de enemiga a la RFA.
Con este acercamiento, la Stasi fortalece su aparato en el extranjero y en 1974 se descubre en el llamado “Guillaume Affair” que un asesor cercano al canciller Brandt era un espía de la RDA. Esto provoca la renuncia del soñador Brandt, quien es sustituído por el pragmático Helmut Schmidt, también apoyado en una coalición entre su partido, el SPD y los liberales del FDP.
Durante la década de los setenta la RDA muestra al mundo la prosperidad económica del “Estado de los obreros y los campesinos”. El mundo maravillado veía cómo el comunismo generaba también un milagro económico, parecido al de la década de los cincuenta en la RFA. Los números mostraban porcentajes de crecimiento y desarrollo. Las medallas en los deportes. Alemania oriental era ejemplo de prosperidad. La realidad es que todo era un aparador. Las ciudades, en las calles no visitadas por turistas, estaban en ruinas. El sistema económico estaba apoyado en cimientos bastante endebles. La RDA no tenía una industria productiva, importaba tecnología de occidente para poder sostener su industria. Su sistema estaba basado en préstamos a la URSS y a occidente. La URSS proporcionaba materia prima y petróleo a precios bajos y controlados, a cambio de los productos alemanes. Durante la primera crisis del petróleo de 1973 la URSS se vió obligada a subir sus precios, después de todo, tenía también un pueblo que mantener. Pero el shock vino con la segunda crisis de finales de los ochenta, la URSS se ve obligada a reducir sus envíos y provoca una deuda masiva para la RDA. El sistema bienestar alemán prometía apoyo del Estado “desde la cuna hasta la tumba”, y si el régimen de Honecker no quería volver a ver las revueltas de 1953, tenía que mantenerlo. La sustitución de garantía de subsistencia por libertad era lo único que mantenía al pueblo de Alemania oriental “tranquilo”, de manera que el régimen optó por inflar la deuda para seguir gastando en el Estado bienestar y claro, en el ejército y la seguridad. La RDA era del Pacto el segundo país que mayor presupuesto destinaba a éstos rubros, cerca del 5.8%, por debajo sólamente de la URSS. Y claro, había que mantener el Muro y a la Stasi. La Stasi, para mediados de los ochenta, tenía un agente por cada 63 habitantes. Comparativamente, durante los más álgidos años del Tercer Reich, se estimaba que había un agente de la Gestapo por cada dos mil. En la frontera se tenían desplegados 933,000 policías y agentes secretos. En la RDA vivían 17 millones. Hasta 1970 el costo del muro fue de 100 millones de marcos orientales. Hasta la fecha no se sabe cuanto costó. Se calcula que para 1983 los costos del Muro podrían haber ascendido a mil millones de marcos.
Para poder mantener este “tren de vida”, el régimen oriental tuvo que apoyarse en, sí, el capitalismo. Además de las deudas por importaciones, la RDA se aprovechaba de la RFA para reparaciones en carreteras, mantenimiento de edificios y lugares históricos, obligaba a los visitantes a un cambio de divisas mínimo diario. Y lo peor, “intercambiaba” prisioneros ideológicos, por altas sumas de dinero. Según las bitácoras de la RFA, el régimen comunista, entre 1964 y 1990, obtuvo 3, 446 millones de marcos alemanes por intercambio, o venta, de prisoneros. Se habla de 100mil marcos por prisionero o más. También, se aceptaron préstamos, que se calcula, ascendían a los 1 o 2mil millones anuales. Durante el gobierno de Helmut Kohl, se negociaron una serie de créditos, a éstas alturas el gobierno de la RFA prefería que los alemanes orientales pudieran tener una vida más o menos digna, y en la medida en que el gobierno de la RDA dependiera de la RFA sería más fácil negociar la flexibilización del régimen. Kohl autorizó que el entonces Ministro Presidente de Baviera, Joseph Strauss negociara los créditos con Alexander Schalck-Golodkowski, jefe de la empresa Coordinación Comercial (KoKo por sus siglas en alemán). Una empresa capitalista en la RDA, de dudosa legalidad, dedicada a financiar al régimen. La línea de crédito fué de mil millones en 1982 y otros mil en 1983. A estas alturas la URSS tenía ya suficientes problemas internos y gastos derivados de la guerra en Afganistán, como para ocuparse de sus satélites.
Por el lado político, la firma del “Acta final de la Conferencia sobre la Seguridad y Cooperación en Europa”, conocida como los Acuerdos de Helsinki, en 1975 por parte 38 países, incluyendo el bloque soviético, tuvo como consecuencia la formación de grupos de oposición dentro de la RDA. Los líderes del bloque comunista pensaron que la firma de los Acuerdos era un triunfo para ellos, pues se reconocía su territorios y su soberanía, y destacaba el principio de no intervención. Lo que nunca pensaron es que los Acuerdos tendrían efectos internamente. Y es que dentro de los compromisos de Helsinki, los firmantes se comprometían a respetar los derechos humanos y las libertades fundamentales, la igualdad de derechos y el derecho a la autodeterminación de los pueblos. Gracias a ello, los ciudadanos de la RDA, como los de Polonia, Checoslovaquia, URSS, Hungría, Bulgaria y Rumania, podían exigir a sus regímenes el respeto a su derecho de tránsito, a la libertad de expresión, de reunión, de creencias, de religión. Los Acuerdos de Helsinki provocaron una reacción al interior de la RDA que no se esperaba. Inmediatamente comenzaron a incrementar las solicitudes de visado, el respeto al tratado ante instancias internacionales y extranjeras. Se formaron grupos organizados como Helsinki Watch, que después se transformó en Human Rights Watch o la Carta 77 de Vaclav Havel en Checoslovaquia. El régimen de Honecker reaccionó aumentando las unidades especiales del Stasi, más agentes infiltrados y provocadores que buscaban desanimar a los ciudadanos a exigir el respeto a los Acuerdos. Evidentemente, las iglesias, Protestantes y Católicas de Alemania aprovecharon la situación, se llegó a un concordato: el gobierno toleraría la religión, si las iglesias prometían controlar a sus fieles. Fué de ésta forma como las iglesias se convirtieron en un sitio de protesta, más que de práctica de la fé. La gente se unió, no porque buscara una guía espiritual, sino porque buscaba oponerse al régimen. La elección de Karol Wojtyla en 1978 como Juan Pablo II fué por ello crucial. No sólo para su natal Polonia, donde presionó suave y diplomáticamente, sino para los estados soviéticos en general. Ya no era cuestión de fe, sino de libertad.
En los ochenta las piezas del tablero comenzaron a acomodarse: la situación económica era cada vez más precaria, tanto en la RDA, como en todo el bloque. La dependencia de occidente era cada vez más evidente y se cumplía la profesía de posguerra “el comunismo caerá por su propio peso”. La situación política ya tampoco era controlable, a pesar de que la Stasi pretendía dominarlo todo pues contaba con millones de empleados, y también pagaba los servicios de “espías sociales”, desde el vecino o el amigo, hasta el chofer del autobus o la cajera del supermercado, por ejemplo; pero la docilidad de los ciudadanos se fué perdiendo, la propaganda ya no surtía efectos y la oposición abierta y /o clandestina era cada vez mayor.
En 1981 toma posesión como Presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan y se elige a Francois Miterrand como Presidente francés, en 1982 es electo Canciller de la RFA, Helmut Kohl y desde mayo de 1979 el Reino Unido tenía como Primer Ministra a Margaret Tatcher. El cuarteto más poderoso de la OTAN pertenecía al mismo bloque ideológico. Mientras tanto, en la URSS los líderes no duraban más de 2 años. En 1982 muere Brézhnev, en ‘84 Andrópov y en ‘85 Chernenko. Hasta que en marzo de 1985 se elige como Secretario General del PCUS a Mijaíl Gorbachov, leninista convencido que acaba reformando la URSS.
La llegada de Gorbachov al Kremlin y las reformas impulsadas ayudan a desmantelar el desvencijado aparato comunista. No tenía intenciones de suprimir el comunismo, al contrario, pretendía renovarlo. La Perestroika (reestructuración), la Glasnost (apertura) y la Uskoreniye (aceleración) no eran más que intentos de modernización del sistema. Estas modernizaciones del jóven de Moscú, no cayeron nada en gracia a los viejos de Berlín. Erich Honecker a sus 73 años, estalinista de cepa, no veía con gran simpatía lo que sucedía ni en Moscú, ni en Hungría ni mucho menos a pocos kilómetros de su frontera, en Polonia. Las relaciones entre la RDA y Moscú se tornaron cada vez más frías.
Aún así, la política del Gobierno de Kohl fué suavizando el autoritarismo de la República Democrática. Se removieron los disparadores automáticos y las minas de las fronteras, se comenzaron a permitir viajes y los funerales en Moscú permitieron a Kohl acercarse a Honecker, mostrarle que tenían más en común entre ellos, que entre la RDA y la URSS. Se cuestionó la orden de disparo en las fronteras. En 1987 Honecker realizó una visita a Bonn y en el mismo año, Ronald Reagan pronuncia su conocido discurso en Berlín en el que conmina a Grobachov a abrir el muro. El status quo de Berlín, y en general la división alemana, era ya evidente. Lo importante de esas palabras fueron que Reagan volvió a abrir esa cuestión con su llamado, puso el tema de nuevo sobre la mesa.
Para 1989, faltaba poco para que el castillo de naipes se derrumbara. El régimen de Honecker hizo todo lo que estaba a su alcance para tirarlo. Ese año la RDA celebraba su cuarenta aniversario. En enero Honecker declaró que el Muro estaría unos cincuenta o cien años más. En marzo, en Polonia se sientan en las mesas redondas el Solidaridad de Walesa y el Gobierno, se permite al sindicato participar como partido político en las elecciones de ese verano. En abril, el gobierno levanta la orden de disparar a matar a quienes intentaran cruzar el Muro. El 2 de mayo el gobierno de Hungría desmantela sus fronteras con Austria. El 7 de mayo se convocan a elecciones comunales en la RDA, en Berlín el SED gana con el 98,5% de los votos. La gente está furiosa, ya no soporta los timos y ninguneos del Estado, ello provoca los “lunes de rezo” que se organizan desde la Nikolai Kirche en Leipzig, comienzan con 2mil personas, para otoño, salen a las calles y llegan al medio millón. El 4 de junio sucede la masacre de Tian’anmen, el mismo día en Polonia, el partido de Walesa, gana muy altos porcentajes. Ese mismo mes, Gorbachov visita Alemania occidental, lo que es visto con cierta reticencia en la RDA, renuncia a la doctrina Brezhnev o de obligación de intervenir en caso de insurrección en los satélites soviéticos. En julio, ciudadanos de la RDA comienzan a migrar a Hungría y acaban, sorpresivamente, en Austria. En agosto se llevan a cabo en Hungría los días de campo paneuropeos con los que miles de alemanes logran huír a Austria. En septiembre se instala en Polonia el primer gobierno no comunista de posguerra. Durante el verano miles de alemanes comenzaron a invadir las embajadas de la RFA en Hungría, Checoslovaquia y Polonia pidiendo asilo. Los jardines estaban llenos de campamentos de refugiados.
Para el 30 de septiembre el Ministro de Exteriores, Hans-Dietrich Genscher avisó en la embajada de Praga a los más de 4mil refugiados, que podían salir de allí. A pesar de que Erich Mielke, jefe de la Stasi, había desarrollado un plan para contenerlo, para el 2 de octubre se reunieron en Leizpig más de 10mil personas. El 3 el gobierno suspendió las visas para salir de la RDA a Checoslovaquia. Aún así, Honecker tenía lista su fiesta del 40 aniversario de la República Democrática Alemana, jóvenes y niños de todos los rincones, miembros de la Juventud Libre Alemana (FDJ en alemán) arrivaron a Berlín para el desfile. Honecker no supo si sonreir o llorar cuando la gente recibió al Secretario General del PCUS con cantos “¡Gorbi, Gorbi, sálvanos!” El 9 de octubre la manifestación de lunes en Lepzig llegó a los 70 mil. Los hombres del SED (partido socialista unificado de Alemania) estaban preocupados. Honecker no podía sostener más el régimen, decidieron que era hora de removerlo. Egon Grenz, miembro del comité central del partido, se alió con otros, y el 18 de octubre obligaron a dimitir a Honecker. Grenz fué el último Secretario General del SED y jefe de Estado de la RDA.
Para el 23 de octubre las marchas de lunes en Leipzig agrupaban ya a unos 300mil, aunado a ellas, crecía la oposición organizada. Grupos que querían formar partidos políticos al estilo del Solidarnosc polaco para competir en elecciones abiertas. Entre ellos Neue Forum que se convirtió después en Bündnis 90 y que hoy forma parte del partido Verde alemán. Krenz recibió un reporte sobre la crítica situación económica: la RDA estaba en bancarrota y los plazos para los pagos con la RFA ya estaban vencidos. Para el 1 de noviembre, Krenz revocó la prohibición de viajes al este, lo que provocó de nuevo el éxodo de muchos alemanes. El 4 de noviembre se realizó una enorme manifestación en Berlín oriental. La gente pedía elecciones y el SED no sabía qué hacer. Comenzaron a caer las renuncias sobre las mesas del partido. El partido comenzó a enviar mensajes incoherentes. La Stasi comenzó a desaparecer fichas. El 6 de noviembre Leizpig vió 500mil personas marchando y gritando consignas de todo tipo, que podían englobarse en “queremos libertad”. El Politburó emitió una resolución el día 9 de noviembre. Se darían visas a todos para permitir la salida a Checoslovaquia, se decidió llamarla “permisos inmediatos de salida permanente”. Se reunió el comité y se convocó a una rueda de prensa a las 6 de la tarde, en la que Günter Schabowski, vocero del comité, daría los avisos como lo hacía usualmente. La leyenda cuenta que todo se trató de una confusión, Schabowski leyó el aviso sobre las nuevas reglas de viaje, sin darse cuenta que sus palabras implicaban la apertura de fronteras. Un periodista preguntó, “¿a partir de cuándo se darán los permisos de salida permanente?”, Schabowsky cansado, miró su papel y respondió: “ a partir de ahora”.

La Caída del Muro de Berlín, es el concepto pop más usual y usado por todos para referirse al proceso de cambio y fin de la división alemana y de la Guerra Fría. El cambio o Die Wende es un concepto cultural nacional, en Alemania la gente no habla de “la caída del Muro” sino de “el cambio”, el punto histórico de referencia es “el cambio”. El tercer concepto, la Reunificación, es el concepto técnico que explica la formalización de la integración de la RDA a la RFA y que connota la integración económica, jurídico-política de un país a otro.

2. Die Wende (El Cambio)
Se llama “el cambio” al periodo entre las elecciones simuladas del 7 de mayo de 1989 y la primera elección libre de la RDA el 18 de marzo de 1990. El concepto de “Die Wende” abarca los acontecimientos que durante los últimos años de la década de los ochenta, llevaron a la caída del Muro de Berlín y a la terminación del régimen autoritario en la RDA. El día 9 de noviembre de 1989 se anunció en una conferencia de prensa la modificación a los permisos de salida de los ciudadanos alemanes orientales. La noticia leída por el vocero Günter Schabowski, fue inmediatamente transmitida en los noticieros tanto de la RDA como de la RFA y por las agencias de noticias internacionales. A las pocas horas se reunieron cientos de personas en los puntos de cruce como el Checkpoint Charlie. Allí comenzaron a exigir los alemanes, todos, de uno y otro lado, la libertad para el cruce de la frontera sellada por el Muro. Los policías fronterizos (GrePos) al no tener órdenes precisas pemitieron la salida, comenzaron por sellar los documentos de los alemanes orientales retirándoles la nacionalidad, pero al ver que las olas de ciudadanos que querían cruzar „al otro lado“ era incontrolable, abrieron las puertas. Alemanes de uno y otro lado cruzaron, la noche y los días que siguieron se convirtieron en una fiesta. Muchos decidieron derribar pedazos de la pared contra la que durante 28 años chocaron los sueños de 16 millones de personas. Los alemanes de la RFA dieron la bienvenida a sus hermanos orientales con plátanos y otros productos que escaseaban o de plano no existían en la RDA. Las filas de „Trabis“ cruzando las fronteras eran interminables. El gobierno de la RFA, en ese entonces dirigido por Helmut Kohl, optó por regalar un dinero de bienvenida a los hermanos orientales (Begrussungsgeld). „Si el DM (marco alemán) no viene a nosotros“, decían, „nosotros iremos a él.“ Entre el 9 de noviembre de 1989 y el 18 de marzo de 1990 la situación era un tanto incierta. Hubo alemanes de la RDA que prefirieron esperar a que les fuera oficialmente permitida la salida, pues temían un regreso del régimen y un nuevo cierre de fronteras, lo que les impediría volver a ver a familiares que se quedarían de ese lado. Otros de plano aprovecharon la confusión y dejaron la RDA para establecerse en la RFA. La salida de las familias de la Alemania oriental era canalizada a través de campamentos localizados cerca de las fronteras. Allí se cambiaban los documentos, se daba techo y comida a los refugiados y se les reubicaba dentro del territorio de la Alemania occidental. Era un nuevo comienzo. Las profesiones y estudios de los alemanes del este eran dificilmente revalidados, algunas carreras de la RDA no existían en la RFA o peor, eran totalmente obsoletas. Los estudios básicos tenían que ser revisados, revalidados y en ocasiones, recursados. Las escuelas recibían alumnos que debían ser puestos al corriente, sobre todo en materias como el inglés y las relacionadas con educación para la ciudadanía.
La integración de los alemanes orientales en Alemania occidental no es hoy un hecho consumado, puede escucharse todavía la referencia --y la diferencia-- entre „ossies“ (orientales) y „wessies“ (occidentales). Los principales reclamos de los ossies, son que los wessies son muy arrogantes, frívolos y egoístas, mientras que los wessies reclaman que los ossies no son competitivos, son quejumbrosos y les gusta depender del Gobierno. El individualismo y el espíritu competitivo --y egoísta, propio del capitalismo se revela, muchas veces, de forma negativa ante quienes venían acostumbrados a la solidaridad y el compañerismo.
Las diferencias históricas, sociales y culturales se hacen patentes en una multitud de formas que van desde las caricaturas hasta las relaciones familiares. Los niños de la RDA crecieron con el Sandmännchen, con la Jugendweihe o la iniciación de la juventud de la FDJ, viajaron en „Trabis“ o „Laras“ al Mar Báltico a las playas nudistas de la FKK, comían pepinos agrios Spreewaldgurken y fueron educados para ver a Occidente como „el enemigo“. Los niños de la RFA leían historietas de Asterix y Obelix, admiraban a los Dallas Cowboys, comían döners y plátanos, paseaban en autos Volkswagen y viajaban en avión a Mallorca. Pero todos admiraban a McGyver, unos libremente, otros, clandestinamente.
„El cambio“ en Alemania no ha concluído. La tercera economía del mundo vive, a 20 años de distancia, profundas diferencias entre este y oeste. Si uno visita ciudades o partes no turísticas de ciudades en la ex-RDA puede uno encontrarse todavía multifamiliares, viviendas en ruinas, iglesias y otros edificios derruídos, fábricas abandonadas, caminos rotos; una población vieja, jóvenes sin futuro, falta de esperanza y oportunidades. No es casual que el trabajo y los servicios con mayor auge en el territorio que ocupara la RDA sea el relacionado con la salud y el cuidado de ancianos. Los jóvenes que viven allá no tienen oportunidades, por lo que o emigran a occidente o son esponjas para ideologías radicales de derecha o de izquierda. Alemania no es un país xenófobo, lo digo como extranjera que allí vive; sin embargo, en los Parlamentos de Turingia y de Sajonia estuvieron representados los nacionalistas del NPD, quienes, por fortuna, sufrieron claras derrotas en las últimas elecciones. El pasado 27 de septiembre, el partido de izquierda, Die Linke, conformado por disidentes de la Socialdemocracia y remanentes del SED de la RDA, obtuvo altísimos porcentajes en la región oriental de Alemania. Los movimientos hacia ambos extremos no son más que reacciones ante una situación económica que no presenta perspectivas alentadoras a los jóvenes.
A propósito de los 60 años de la Ley Fundamental el pasado 23 de mayo, algunos intelectuales y políticos comentaron que la integración de la RDA a la RFA fué quizá demasiado rápida. La diferencia económica entre ambas alemanias a principios de la década de los noventa era abismal, ello impidió la posibilidad de que las ciudades de la ex-RDA pudieran competir con las demás ciudades alemanas. La prosperidad económica de la RDA no era más que una simulación propagandística. Alemania oriental, al igual que los demás satélites soviéticos, dependían económicamente, primero de la URSS y en sus últimos años, de las relaciones comerciales con Occidente y estaban totalmente endeudadas. Para 1989 la RDA estaba en bancarrota, por ello, el esfuerzo para integrarse a la RFA fué enorme y en algunos casos la competencia acabó por liquidar a las empresas, los trabajadores y los profesionistas. El ritmo de crecimiento de las ciudades ubicadas en la ex-RDA debió de haber sido el mismo que el de Polonia, República Checa, Hungría, Bulgaria o Rumania, sin embargo recibieron inmediatamente la presión de occidente y del hecho de que desde octubre de 1990, formaban ya parte de la Unión Europea, y de Alemania, la Alemania económicamente próspera y fuerte. Aunque se estableció un impuesto destinado a la ayuda de los nuevos estados que mediante el proceso de reunificación se integraron a la RFA (sobre ello la nota del sábado próximo), a diferencia de los demás países de la Europa central y del este que tuvieron un periodo de unos 10 a 15 años para emparejarse con occidente, la RDA comenzó inmediatamente a introducir la economía de mercado, las reglas del Estado de Derecho y la democracia (los llamados criterios de Copenhage).
Los ciudadanos de la RDA se integraron relativamente fácil a una cultura política democrática y constitucional, sin embargo, la crisis económica y laboral se manifiesta hoy como la gran desilusión democrática. Algunas personas, y en algunos lugares, „añoran los viejos tiempos en que no había que preocuparse por subsistir“, después de todo el régimen comunista garantizaba un mínimo „de la cuna a la tumba“. Aún así es posible decir que en Alemania la generalidad se siente afortunada: el 74% de los alemanes que viven en la región oriental se siente orgulloso de su sistema de libertades y de su Estado de Derecho, mientras que el 65% se siente orgulloso de su Ley Fundamental. En cambio, en la región occidental, los porcentajes son un tanto más altos: el 88% se siente orgulloso del sistema y el 77% de su Constitución.
„Die Wende“, el cambio, es un proceso que lleva ya 20 años, pero que no puede considerarse como acabado. Para que Alemania deje de realizar encuestas dividiendo entre Alemania oriental y occidental, para que los compañeros del trabajo o de la universidad dejen de catalogarse como ossies o wessies y para que los jóvenes tengan las mismas oportunidades desde Jena hasta Darmstadt y desde Rostock hasta Füssen, falta todavía el esfuerzo de algunas generaciones. Las universidades de hoy están llenas de jóvenes que en su mayoría no les tocó vivir esa división: el Muro de Berlín, la RDA, el comunismo, la URSS y los „ossies“ son parte de los libros de historia. Quizá será a ellos a quienes les toque reunificar a Alemania, verdadera y completamente.

La Reunificación o Die Wiedervereinigung, es el concepto técnico que explica la formalización de la integración de la RDA a la RFA y que connota la integración económica, jurídico-política de un país a otro. Después de la Caída del Muro (9 de noviembre de 1989), los alemanes comenzaron a hablar de El Cambio, mientras que los políticos procuraron hablar de la Unidad Alemana (Deutsche Einheit) tal y como apareció en el Tratado que formaliza la integración de la RDA a la RFA. De hecho, el día 3 de octubre se celebra el día de la Unidad Alemana y no de la Reunificación. Sin embargo, habría que aclarar que en la gran mayoría de textos se habla de Reunificación, como proceso y de Unidad, como estado de cosas. Podríamos decir que la Reunificación comenzó el día 10 de noviembre de 1989 y se consolidó el día 3 de octubre de 1990, fecha en que la RDA oficialmente desapareció y se integró a la RFA vía el artículo 23 de la Ley Fundamental de Bonn.

„ No fuimos lo suficientemente fuertes como para plantearnos la tarea
de la Unidad. Agradecemos a las personas de la RDA.“
Egon Bahr (asesor de Willy Brandt en cuestiones de política exterior)

3. Die Wiedervereinigung
Después de la conferencia de prensa de Schabowski las fronteras fueron invadidas por alemanes de ambos lados, al principio los policías fronterizos habían optado por la expatriación, pero al ver que el número de personas aumentaba cada vez más, prefirieron abrir las fronteras. Los noticieros de la RFA, cuya señal era recibida de manera clandestina en los hogares de la RDA, informaron que las fronteras entre ambas alemanias estaban abiertas; ello provocó que más alemanes orientales salieran y buscaran cruzar del otro lado. La noche se convirtió en una fiesta para los ciudadanos y en una pesadilla para el Gobierno de la RDA.
Ese 9 de noviembre por la noche, el Bundestag sesionaba en pleno en su sede en Bonn, se había convocado a una sesión para votar una modificación al Código Civil, en materia de asociaciones. Cuando se inauguró la sesión, se informó sobre la noticia que se había dado en el canal de la ARD, los diputados sin entender al principio de qué se trataba intentaron continuar con la sesión, hasta que uno comenzó a entonar el himno “Einigkeit und Recht und Freiheit” (Unidad, Justicia y Libertad). Acto seguido cada partido subió a tribuna para presentar un posicionamiento.
Al otro día aparecieron en el Ayuntamiento de Schöneberger en Berlín, el canciller de la RFA, Helmut Kohl y el ex-canciller y ex-alcalde de Berlín occidental, Willy Brandt. Ambos pronunciaron discursos llenos de emotividad. Se han puesto palabras en boca de Willy Brandt que pasarían a la historia: “ahora crece junto, lo que junto debía estar”, pero en realidad no se escuchan esas palabras en ninguna grabación de sus discursos a propósito de los sucesos del 9 de noviembre. El gobierno de Kohl estableció de inmediato el Begrußungsgeld o dinero de bienvenida, consistente de 100DM, lo que provocó las épicas filas de Trabis en la frontera. Así mismo, líderes de la RFA prometieron que habría elecciones libres y secretas para mayo de 1990, mismas que tuvieron que ser adelantadas por las constantes protestas.
El 13 de noviembre la Asamblea del Pueblo (Volkskammer) eligió como nuevo Ministro Presidente a Hans Modrow. En octubre, Egon Krenz había sido electo Secretario General del SED y Jefe del Consejo de Estado. El Gobierno de la RDA se componía por una jefatura de Estado colectiva representada por el Consejo de Estado, el Jefe del Consejo de Estado era considerado el Jefe de Estado, y el Jefe del Consejo de Ministros, el jefe de Gobierno. Normalmente se reunieron en una sóla figura los cargos de Presidente del Consejo de Estado y Secretario General del Partido, ambos cargos estuvieron durante casi toda la existencia de la RDA en manos de sólo dos individuos: Walter Ulbricht (1950-1971) y Erich Honecker (1971-1989).
Por parte del Gobierno de la RFA, el canciller Kohl presentó ante el Bundestag, el día 28 de noviembre, el llamado “Plan de Diez Puntos” conforme al cual debería lograrse la unión de ambas alemanias. Helmut Kohl presentó su plan en su declaración gubernamental en el marco del debate sobre el Presupuesto. La secreta formulación de lo que sería el libreto para la reunificación sorprendió a los miembros de la coalición gobernante, al igual que a los miembros de la oposición y a los aliados (si, todavía). El Plan proponía entre otras cosas ayuda humanitaria, económica y sanitaria para la RDA, así como la estructuración del cambio de los sistemas político y social. Proponía el trabajo conjunto en diversas áreas: económica, tecnológica, científica, cultural y ecológica y el establecimiento de una Confederación de las dos alemanias, una vez electo un gobierno de manera democrática. Los puntos seis y siete determinaban las directrices para incorporar a la RDA a Europa. El punto diez reconoció la importancia de que fuera el pueblo alemán quien decidiera libremente la reunificación. Mediante el Plan de Diez Puntos, Helmut Kohl tomó las riendas del proceso de integración de la RDA a la RFA. El Plan fué aprobado por la Unión, el FDP y el SPD, mientras que los Verdes mantuvieron cierta distancia.
El Tribunal Constitucional Federal había resuelto que la RFA era la Alemania sucesora de la Confederación del norte de 1866 y la Constitución de 1871 (Bismarksche Reichsverfassung). Esta resolución es importante pues es la piedra de toque para la unión: la RFA tenía continuidad estatal con el imperio alemán y estaba incompleta, pueblo y territorio de la RDA debían regresar a ser parte de Alemania. Jurídicamente la reunificación implicó la incorporación de la RDA al ámbito de validez de la Ley Fundamental de Bonn.
En diciembre de 1989 se reformó la Constitución de la RDA, entre otras, se hicieron modificaciones que posibilitaran las próximas elecciones, se removió la pretensión de gobernar del SED y fué electo Manfred Gerlach por el Partido Liberal Democrático de Alemania como sustituto de Egon Krenz, quien a su vez había ocupado apenas un par de meses la silla de Honecker. El día 7 de diciembre se instaló la primera de varias Mesas Redondas (16) celebradas entre los grupos de oposición y los llamados partidos de bloque, es decir, aquellos partidos que eran tolerados por el SED en la RDA. Las Mesas Redondas influyeron en la fecha de las elecciones y fueron tomadas como modelo para los municipios, donde se celebraron elecciones libres en mayo de 1990. En las Mesas participaron como moderadores miembros de las iglesias católica y protestante.
A partir de enero de 1990 el proceso de unidad se aceleró, ésta fué más una obra del pueblo de la RDA. Las primeras elecciones libres se celebraron el 18 de marzo de 1990, la coalición llamada Allianz für Deutschland formada por el CDU-Este, el DSU y el DA obtuvo el 48.15% de los votos, para formar gobierno se tuvo que formar una Gran Coalición con el SPD y los Liberales. El 12 de abril, Lothar de Maizière fué electo Ministro Presidente, el último, de la RDA. Angela Merkel, la actual canciller alemana, fué designada vocera del Gobierno. Thomas de Maizière, hermano de Lothar, fué Jefe de la Cancillería y ahora Ministro del Interior en el primer y segundo Gobiernos de Merkel, respectivamente.
En la primera declaración gubernamental de de Maizière la cuestión no era ya si se quería la reunificación, pues el mandato que habían obtenido los de la Alianza era negociar el fin de la RDA y caminar hacia la reunificación, la pregunta era “cómo”. Debido a las enormes diferencias, sobre todo económicas, en cuanto a estándares de vida y sustento de la población entre una y otra alemania es que se decidió que sería indispensable comenzar (como lo hiciere en 1948 Ludwig Erhard) a establecer una economía de mercado y unificar la moneda. El 18 de mayo se firmó el Tratado para la Unión Económica, Social y Monetaria, que entró en vigor el 1 de julio de 1990, con ello el DM se convirtió oficialmente en la única moneda en ambas alemanias y se logró un paso indispensable para la unificación de ambos Estados. Sabine Bergmann-Pohl, quien fuera electa Presidenta de la Asamblea Popular y oficialmente, la Jefa de Estado, anunció en la madrugada del 23 de agosto el resultado de la votación de la Cámara: El recién electo Parlamento de la RDA sería disuelto. La decisión se basó en los acontecimientos de 1989 y los resultados de la elección de marzo, pero también en el Tratado de Unificación que allanaría el camino para unirse con la RFA.
El 31 de agosto de 1990 se firma el Tratado de Unificación (Einigungsvertrag) entre ambas alemanias. En él se pactaron las modalidades de la unificación basado en el artículo 23 de la Ley Fundamental de Bonn (la Constitución de la RFA de 1949). Este Tratado es básico para la vida constitucional alemana, pues en él se pacta que la Ley Fundamental será válida para todo el pueblo alemán, establece que será el día 3 de octubre el día de la integración oficial de la RDA a la RFA y que las reformas constitucionales necesarias se deberán hacer en un plazo de dos años. Así mismo dispone que serán enviados 144 representantes al Bundestag y Bundesrat, y que Berlín será la capital federal. Mediante el Tratado se establece la integración de los nuevos estados federados a la RDA cuyas fronteras fueron fijadas mediante una ley constitucional pasada en la Cámara de la RDA de julio de 1990: Brandemburgo, Mecklemburgo-Pomerania Occidental, Sajonia, Sajonia-Anhalt y Turingia, los cuales se incorporaron formalmente a la República Federal Alemana con base en lo establecido desde 1949 en la Ley Fundamental (antigüo artículo 23). Berlín, al estar dividida, como el territorio de Alemania, fué también unificada, es decir, Berlín oriental se integró a Berlín occidental.
Desde principios de 1990, comenzaron las negociaciones para la unión con los Aliados. Después de la guerra, los Aliados habían conservado, todavía en 1990, ciertos derechos sobre los territorios vencidos. Desde febrero se reunieron los ministros de exteriores de las dos alemanias con los de los cuatro aliados. Había muchos inquietos con la reunificación alemana, sus vecinos principalmente temían que Alemania reclamara los territorios perdidos con la guerra; hubo algunos líderes, como Margaret Tatcher, que mostraron su incomodidad con una Alemania unificada. Al final la diplomacia ganó la partida. Durante una visita a la cabaña de cacería de Mijail Gorbachov, Helmut Kohl y su ministro de exteriores, Hans-Dietrich Genscher, lograron la aprobación para la devolución de la totalidad de su soberanía a Alemania (completa) y a aceptar su membresía en la OTAN. El apoyo de Gorbachov era una condición sine qua non para los Estados Unidos. De manera que gracias al llamado “éxito del Cáucaso” Alemania recuperó después de 46 años el derecho a autodeterminarse. El 12 de septiembre de 1990, el Tratado de Liquidación Final con relación a Alemania, conocido como el Tratado dos más cuatro, fue firmado en Moscú entre la RFA, la RDA y las cuatro potencias que ocuparon la Alemania nazi tras el fin de la Segunda Guerra Mundial: Francia, el Reino Unido, los Estados Unidos y la Unión Soviética, y se restableció oficialmente la soberanía de ambos estados alemanes.
Como lo estableció el Tratado de Unificación, el día 3 de octubre de 1990 a las 12 en punto desde el edificio del Reichstag, que hoy alberga al Bundestag, sonó la campana de la libertad, se izó la bandera alemana negra, roja y dorada y se entonó el himno nacional “Einigkeit und Recht und Freiheit”. El Presidente Federal, Richard von Weisäcker, leyó el nuevo preámbulo de la Ley Fundamental :
“Consciente de su responsabilidad ante Dios y ante los hombres, animado de la voluntad de servir a la paz del mundo, como miembro con igualdad de derechos de una Europa unida, el pueblo alemán, en virtud de su poder constituyente, se ha otorgado la presente Ley Fundamental.
Los alemanes, en los Länder de Baden-Wurtemberg, Baja Sajonia, Baviera, Berlín, Brandeburgo, Bremen, Hamburgo, Hesse, Mecklemburgo-Pomerania Occidental, Renania del Norte-Westfalia, Renania-Palatinado, Sajonia, Sajonia-Anhalt, Sarre, Schleswig-Holstein y Turingia, han consumado, en libre autodeterminación, la unidad y la libertad de Alemania. La presente Ley Fundamental rige, pues, para todo el pueblo alemán.”

A partir de ese momento se disolvió la Asamblea Popular de la RDA y me atrevo a decir, formalmente se acabó la guerra. Alemania estaba unida de nuevo bajo un régimen de libertades.
El Canciller Kohl envió un mensaje al mundo diciendo que “Alemania reconoce su responsabilidad moral y jurídica resultado de su historia y que Alemania tomará mayor responsabilidad para lograr la paz en el mundo.” El Gobierno alemán firmó posteriormente un tratado con Polonia para definir de manera permanente las fronteras entre ambos países a lo largo de la línea Oder-Neisse, y renunciar a cualquier reclamación sobre Silesia, Pomerania Oriental, Danzig y Prusia Oriental. El 2 de diciembre de 1990 se realizaron elecciones debido a la Reunificación con el propósito de darle legitimidad al gobierno federal ahora ya, conjunto. Helmut Kohl fué ratificado con una mayoría de 43.8% y gobernaría durante ocho años más siendo el Canciller que más años ha gobernado Alemania (1982-1998).

III. “Los de abajo en Alemania”
Con todo mi cariño y respeto a G.K.

Alemania, una, celebra este noviembre el 20 aniversario del primer paso hacia su unidad y de su paz. La historia contada es la de los aliados que triunfaron contra el régimen del terror nazi, también es la de los líderes de los gobiernos que surgieron del reparto del territorio alemán, la República Federal y la República Democrática. Las notas y comentarios que vemos y leemos son, siempre, la narrativa de pocos. Sin embargo, casi nunca se cuenta la historia del hombre y de la mujer comunes, cuyas vidas fueron llevadas por la corriente de las decisiones de “los de arriba” y cuyos hijos y nietos siguen hoy pagando crímenes que sus abuelos no cometieron, sino que más bien sufrieron. Que hoy se siga llamando al pueblo alemán, pueblo nazi –en el sentido criminal de la palabra-, o la equiparación del nazi con el alemán o viceversa, un prejuicio que todavía hoy existe, es un cliché del que no han podido desprenderse, que no deja de ser doloroso, y despierta en todos los alemanes un complejo de culpa colectiva por lo que algunos de sus compatriotas y antepasados cometieron. Cargan sobre sus hombros un crímen tan horroroso, que ni siquiera están dispuestos a discutir las circunstancias del caso personal, las particularidades de su familia o su persona. El pueblo alemán debe ser separado de “lo nazi” y debe darse una justa dimensión al caso. Los crímenes que cometió una bandada de desquiciados no fueron cometidos por Alemania, en un sentido nacional, geográfico e histórico. El que un grupo de individuos haya tomado como rehén a esa nación no hace a esa nación cómplice de sus crímenes, mucho menos por generaciones. Creo que se requiere de una lectura mucho más cuidadosa del desarrollo de los eventos entre una elección mayoritaria, la instalación de una dictadura y la decisión de exterminar seres humanos. Creo que como seres humanos debemos cargar todos con el recuerdo de lo sucedido durante el régimen nacionalsocialista, porque los alemanes, como todos los individuos que habitamos y que lleguen a habitar este planeta, tenemos la responsabilidad de evitar que vuelva a suceder. Desafortunadamente, los nazis también eran seres humanos, antes que alemanes. A los tropiezos y calamidades humanas, estamos todos expuestos, como víctima y como victimario.
Dicho ello, quiero contar una historia.

Conocí a un viejo de pelo blanco y manos fuertes, de ojos tristes y sonrisa serena. Yo no hablaba alemán, apenas comprendía un par de palabras. Él me abrió su corazón y las puertas de su casa. Una tarde me mostró su álbum de fotos. Fotos de su infancia en la granja de sus padres en los Sudetes. Luego, una foto de él y su hermano mayor con uniforme militar, sí, ese uniforme que vemos en las películas de Hollywood. Mientras me mostraba esta fotografía, él me miraba a los ojos, y me decía con la mirada y con movimientos de manos, que él no quería y que él no creía en aquello por lo que fue obligado a pelear. No tendrían más de 18 ninguno de los dos. Sentí un escalofrío por la espalda. ¿Habrá pensado su madre en tomar esa fotografía como último recuerdo de sus dos hijos? Siempre he pensado que las personas deberíamos de platicar más con los viejos, a éste, me dieron ganas de abrazarlo. Sus ojos se pusieron agüados. Él y Joseph habían sido obligados a luchar por su patria, no había salida. Quizá no está de más contar que en 1944, los aliados ya estaban derrotando al ejército alemán y que las fuerzas de la Wehrmacht estaban muy mermadas, por lo que optaron por recultar por la fuerza a todos los niños y jóvenes del país con capacidad física para el combate. Para esa época, los reclutados eran prisioneros en potencia, esperando lo mejor. No quiero ni imaginar el sufrimiento de esos padres cuando sus hijos fueron llevados al frente. Ni menos quiero imaginar la angustia de no saber nada de ellos, como hasta la fecha ha sucedido con Joseph. Los hermanos fueron enviados a distintos campos de batalla. Peter cayó preso en la zona de Oberbayern en lo más profundo del estado de Baviera, afortunadamente en manos de los franceses.
La siguiente foto era de una fiesta en alguna campiña, gente alegre en largas mesas. Otra de una boda. Otra de varios jóvenes saludando desde un balcón. Varias fotos de Peter con amigos. Me entero que se trata de un viñedo en Alsacia. Un vinicultor francés de buena voluntad requería manos fuertes para recoger la uva, y acudió a los campos de concentración fronterizos a reclutar algunos jóvenes soldados alemanes para ello. El “patron” (en francés), como lo llamaba Peter, había sido un ángel venido del cielo, en las barracas ya había una epidemia que estaba matando a los prisioneros. Peter inmediatamente aceptó la oferta, después de todo, venía de una familia de agricultores. Sabía trabajar la tierra y merecía su libertad. El patron y su mujer cuidaron de los chicos, les dieron techo, trabajo, comida y mucho vino. Peter cuenta con una gran carcajada inocente: ¡nos daban vino blanco todo el día! “Teníamos permitido beber cuanto vino blanco quisieramos y bueno, hacía calor...”
La historia de Joseph opaca la cara de Peter. “Sólo sabemos que fué enviado a Rusia”. Pensé “ojalá que Joseph haya formado una familia allá, como Peter la formó acá” aunque sabía que ese deseo era imposible.
Pasaron los años, y un día, por razones que desconozco Peter fué liberado o quizá era libre de irse desde siempre, y prefirió quedarse un tiempo allá. No lo sé. Regresó a Alemania a buscar a sus padres que en términos de los tratados y decretos que siguieron a la capitulación del Tercer Reich habían sido desterrados y despojados de sus tierras. Por su pertenencia a la religión católica, fueron enviados a la ciudad de Zeitz, hoy ubicada en el estado de Sachsen-Anhalt, pues se determinó que la parroquia de Zeitz sería un lugar digno para los refugiados, además de que contaba con pocos católicos. Como los padres de Peter, muchas otras familias de los Sudetes y de Prusia oriental fueron desterrados y repartidos en muchas ciudades alemanas. Algunos “tuvieron suerte”, pues fueron ubicados en lo que sería la República Federal Alemana. Otros como Peter fueron ubicados en lo que sería la República Democrática Alemana.
Cuando Peter se despidió del Monsieur Loubet prometió volver pronto. Peter no sabía que, otra vez, su vida sería coartada por “los de arriba”. El Gobierno de la RDA les prohibió salir del país y en 1961, se levantó una pared con rifles apuntando a cada alemán tras ella, con ello, se ahogaron los sueños de Peter de volver a Alsacia y de enterrar a sus padres en los Sudetes. Cualquier plan de ver el mundo se acababa de destruir. Peter, un agricultor, no pudo volver a la tierra. Zeitz era una ciudad industrial importante de la RDA, tuvo que ingresar a trabajar a una fábrica como soldador. No pudo cultivar la tierra como hubiera sido su deseo, sino laborar durante el resto de sus días en una fábrica. Peter se casó y tuvo 4 hijos, nunca faltó comida en su mesa, pero nunca pudo probar unos camarones o una malteada de plátano. Nunca pudo conocer a su cuñado Martin, el hermano de Ilse su mujer. Martin trabajaba en Göttingen y con el muro no pudo volver a ver a sus padres, ni a su hermana. Ilse y sus padres se perdieron la boda de Martin y no conocieron a su hijo Tobias hasta 1990.
Los hijos de Peter e Ilse, como todos los niños, fueron obligados a entrar a la organización de pioneros Thälmann, donde recibían adoctrinamiento comunista y se les preparaba para ser “buenos camaradas”. Tenían que cuidarse de no decir nada contra el régimen enfrente de amigos y extraños, después de todo hasta las paredes oían en la RDA. Ilse trabajaba en otra fábrica que elaboraba carreolas. Los programas de televisión, las películas, los libros y revistas eran todos los permitidos por el Estado, claro, aquellos que no estuvieran viciados por el “fascismo capitalista” que intentaba permear las mentes. Peter e Ilse tenían un departamento pequeño con dos recámaras y un baño. Allí vivieron los 6 apretados hasta que Jochen, el mayor, se casó a los 20 años con Maria de 19. Era muy común que los jóvenes se casaran a esa edad, después de todo era la única forma de tener independencia. Después siguió Arianne a los 19, Sonja a los 21. Las vacaciones las pasaban a veces en el mar Báltico. Peter soñaba todas las noches que llevaba a su familia a Alsacia. En lugar de viajar, Peter coleccionaba postales.
Esa tarde que me enseñó sus fotos, me mostró su colección de postales, desde entonces me decidí a aumentarla. Cada pie que pongo en una nueva ciudad, lo pongo por Peter. Una tarde de 1986 Daniel, el más pequeño de sus hijos, tomó sus cosas y dió un beso a su madre y una palmada en el hombro a Peter, Peter sintió que era una despedida. No estaba equivocado. Daniel intentó escapar a la RFA junto con su pareja. Peter e Ilse se enteraron por la radio, Daniel K. y Lothar F. fueron descubiertos en su intento de escape por dos vigías de torre o GrePos, quienes abrieron fuego hasta que ambos estuviesen muertos o heridos. Daniel, logró esconderse bajo un trailer que estaba cerca, fué muerto con un tiro en la cabeza. Daniel siempre soñó con conocer Sudamérica, dice Peter. Quería ir a las playas en Brasil, desde que vió una postal que Peter había recibido de Copacabana, Daniel quedó enganchado con la idea. Tres años más tarde la RDA habría desaparecido, se lamentaba Peter, Daniel no tenía por qué haber muerto, si hubiera tenido un poco de paciencia, si no hubiera perdido la esperanza...
El 9 de noviembre de 1989 cayó el muro de Berlín y comenzó el cambio. Peter me enseñó el video, no pude contener las lágrimas. A pesar de que no entendí nada de lo que el locutor decía, las imágenes decían más que mil discursos y mil palabras. Nunca había comprendido la dimensión de ese suceso. La experiencia de ver ese video que nos mostraba algo que apenas hacía 12 años había sucedido, con gente que lo había vivido, fué algo que me marcó para siempre. Estar sentada en la sala de Peter para quien la libertad era tan nueva me hizo valorar la mía. Después de todo yo era una mexicana en Alemania, una mexicana que había conocido muchos países y nunca tuvo el límite a su libertad. Peter de 75, tenía 12 años de poder decidir qué ver, qué leer, qué comer, qué vestir, qué hacer, qué pensar, a dónde ir, por quién votar, y yo, tenía 29 de 29.
La cara de Peter y de Ilse, la imagen que se grabó en mi memoria para siempre de personas cruzando por entre las paredes derribadas de un muro en sus Trabis azul clarito siendo recibidas por sus compatriotas con plátanos. Los cláxons, la euforia, las lágrimas, las risas. El enojo y la felicidad reunidos en una escena de colores que contrastaba con el blanco y negro de todas las demás fotografías que me mostró Peter de su vida en Zeitz. Sonja y su familia inmediatamente tomaron sus cosas y se mudaron a Hamburgo. Jochen y Maria se quedaron, pero sus hijos partieron en 1991 a estudiar en Stuttgart y en München. Arianne y su familia se fueron a vivir a los Estados Unidos.
Peter se hizo de un jardín a las afueras de Zeitz donde dedica todo el día a cultivar una vid pequeñita que da unas uvitas, los mejores melocotones y tomates del mundo. Recibe postales cada mes de sus hijos y sus nietos, y mías. Peter tiene un bisnieto mexicano. En 1993, a sus 66, Peter se compró un Renault y manejó desde Zeitz hasta Alsacia a buscar a Monseiur Loubet. Lo encontró. Se abrazaron muy fuerte. Loubet le dijo: Peter, creo que sólo te estaba esperando. A los dos meses murió, la diabetes lo estaba comiendo, ya era viudo y el viñedo no existía más.
Peter vive hoy todavía en Zeitz, cumplió 80, le gusta visitar a sus hijos y nietos y maneja a gran velocidad por las autobahns y sueña con todos los lugares que ha visitado, gracias a sus postales.




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